Un viaje de una semana a Baleares

Día a día del viaje a Baleares contado por un tripulante

Un viaje a Baleares…
Desde el primer minuto de viaje, la tripulación forma un equipo bien avenido. Se trata de pasar las mejores vacaciones de nuestra vida y todos tenemos algo que aportar. Planeamos la ruta en función del parte meteorológico y de los gustos generales de todos. Hacemos listas y compramos toda la comida y bebida que podemos necesitar. Ya, bueno, aclaro que en todo ello fuimos asesorados y supervisados por el patrón.

Gran parte del éxito de los viajes en velero está en saber adaptarse a la vida en el mar y a la naturaleza en general. Por ello resultan ser viajes divertidos, apasionantes y muy variados ya que jamás hay dos salidas iguales. Durante la estancia en el velero hay tiempo para todo: la navegación a vela, la travesía, encuentros con animales marinos, noches estrelladas, tiempo de descanso. Disfrutar de una agradable comida a bordo o una entusiasmada conversación, relax en cubierta o prácticas de navegación son algunas de actividades que se realizan a bordo en travesía. Por fin aparece la isla en el horizonte y en poco tiempo fondeamos. Nos esperan baños en aguas cristalinas, excursiones rurales, visitas a puerto…

A la mañana siguiente, tras el desayuno se decide cual va a ser el rumbo, la ruta y el destino final de ese día, teniendo en cuenta los factores que la condicionan. Así que tras poner orden en la embarcación nos disponemos a zarpar. Durante dos o tres horas navegamos dejándonos empujar por el viento. Sentimos la sensación de libertad que producen las velas hinchadas y el sonido del mar en el casco. Además, hay que controlar que la navegación se realice óptimamente a nivel práctico y participamos en las tareas que van surgiendo durante la singladura.

Hacemos una parada para darnos un baño y disfrutar del agua del mar en una cala poco concurrida que nos permite gozar al máximo del entorno. El tiempo pasa y llega la hora de ir pensando en el almuerzo. Y ya de paso, nos hacemos un aperitivo. La cocina se organiza de forma espontánea. Otras veces seguiremos los turnos establecidos entre todos. Como era de esperar, el resultado de esta gran colaboración nos sabe a gloria. Y como siempre los que no colaboran, recogen y limpian. 

Tras recoger la cocina y después refrescarse de nuevo en las aguas cristalinas que nos rodean, cada uno se dispone a organizar su tiempo, bien con una agradable siesta, un poco de lectura, música, charla, o más baños. Continuamos con un poco más navegación a vela hasta alcanzar nuestro destino de hoy. Disfrutamos de un apasionante atardecer acompañados de una copa mientras charlamos con los compañeros. Las risas y anécdotas junto con la practica de la navegación amenizan el momento.

Elegimos una estupenda cala para fondear y pasar la noche. Una vez realizada la maniobra y quedando el velero bien seguro, algunos nos disponemos a caminar por los parajes naturales cercanos. Otros, en cambio, han preferido dedicarse a explorar la vida nocturna del chiringuito de la cala. La noche estrellada nos reúne finalmente a todos. Reunión en cubierta para comentar las anécdotas del día o para ir planeando el destino de mañana. El sueño no tardará en llegar.

Tal vez mañana preparemos una gran comida a bordo, intentemos pescar algo, decidamos navegar hasta un lugar todavía más inhóspito o por el contrario hacer la navegación más corta para poder disfrutar de un lugar como el que nos encontramos hoy y que tanto nos ha gustado. Todas las posibilidades están abiertas y son todas excelentes. La improvisación es un factor importante que juega a favor nuestro, somos un grupo junto con el patrón para planear estas vacaciones en velero.

Al día siguiente, de nuevo, en unas horas de navegación descubriremos otro rincón diferente de la isla. La noche siempre es una incógnita pero puede que sea propicia para organizar una buena barbacoa o paella abordo, …por imposible que parezca.

…día a día el viaje se va realizando. 

El sueño  viene después, en tierra cuando te paras a recordarlo